Por Marcelo Aguilar Lucero, periodista

“Fue como la erupción de un volcán, con su lava esparcida por los cerros” es la definición que nos hizo un chofer porteño de taxis, a quien le correspondió trabajar el pasado domingo entre Viña del Mar y Valparaíso y apreciar las dantescas llamaradas, el humo y olor a quemado que mermó conformo transcurrieron las horas.

Nuestra presencia fue circunstancial, debido a un tema familiar a resolver en la V Región, nos encontramos con este panorama, antes habían sido dos terremotos y ahora un mega incendio.

Nuestra idea inicial fue ver, pero luego con el transcurso de las horas, analizar formas de informar y ayudar, en lo que fuera, en donde finalmente primó lo ultimo.

En principio, no logré entender de manera concreta la expresión del chofer porteño, pero a medida que el pasado lunes comenzamos el ascenso por calle Uruguay, comenzamos hacia el Cerro Las Cañas, uno de los más afectados, nos empezó a quedar más clara la película.

LOS JOVENES LA LLEVAN

Lo que si nos sorprendió fue la actitud de los jóvenes, estudiantes de media y superior, algunos descendiendo desde el lugar del siniestro, con sus caras y manos negras, sus ropas del mismo tono, pero felices de aportar con sus coterráneos.

De pronto, por la misma calle, emergen eternas caravanas de camiones, con los mismos protagonistas, que nos han dado la señal de que “la llevan”, con gritos y cantos, como para armarse de valor por lo que les corresponderá ver y asumir.

Nosotros, junto a una delegación de jóvenes profesionales de la Asociación Cristiana de Jóvenes, del área de Desarrollo Social, para evitar la demora, las emprendemos por aquellas escalas interminables, formando parte de filas y filas por querer llegar y aportar, aunque sea lo mínimo y decir, al igual que aquel comerciante ariqueño, aquí estamos.

Piquetes de Carabineros, de la Defensa Civil, de la Cruz Roja, de la Armada y del Ejército nos dan la señal de que estamos cerca. Las caras de los vecinos que lo perdieron todo comienzan a marcarnos, hay otros que por milagro conservaron sus viviendas, pero que igual cooperan para dar un vaso de agua. “Creo que es lo mínimo que podemos proporcionar” nos dice Margarita.

CERRO LAS CAÑAS

Ya en el sitio del siniestro las imagen son impactantes, casas completamente destruidas, autos y motos chamuscadas, techos acumulados a la vera del camino que nos llevara a uno de los centros comunitarios del citado cerro, habilitado como albergue.

Nos recibe Mauricio Salazar, encargado de dicho centro, quien solo atina a felicitarnos por esta cruzada desde el extremo norte. “Perrito, putas, esto es una tragedia, te lo agradecemos de corazón, perrito” y desaparece para dejarnos en el fondo de este centro, en donde nos esperan un cerro de ropa que ya ha llegado, para clasificar y entregar a quienes lo requieran.

Un primer listado de necesidades inmediatas son las que deberán acentuarse en los próximos días como alimentos no perecibles, ropa interior, maquinas de afeitar, carne de soya, limón, alcohol gel, plásticos, que sabemos variaran en el día a día, para luego dar paso a las viviendas.

Dividido en sitios de descanso, el centro nos muestra rostros de niños, jóvenes y adultos, deambulando para tratar de entender lo que vivieron y seguirán viviendo. Los más pequeños, con zapatos de futbol al estilo de Alexis, patean una pelota de fútbol, que resultó ilesa, pero que les sirve de distracción y a la espera de sus papás que salieron con rumbo desconocido.

El cuadro desastre se circunscribe desde la avenida Alemania hacia arriba, teniendo como eje el Cerro las Cañas, y los restantes 9 cerros afectados, que arrojan un saldo lamentable por todos conocidos.

ARICA SIEMPRE ARICA

Han transcurrido cinco horas desde nuestro arribo al Centro Comunitario del Cerro Las Cañas y nos aprestamos a bajar cuando surge un grito: “Arica siempre Arica”. Es un cabo segundo de Carabineros, recientemente trasladado desde nuestra ciudad al Puerto, a cargo del control vehicular en las alturas del cerro.

Comenzamos nuestro descenso y nos topamos nuevamente con jóvenes que con palas y chuzos en mano, sacan lo inservible y lo van apilando a un costado del camino, a la espera de ser retirados. Otros, llevan en su brazos mascotas choqueadas y quemadas, que emiten agudos quejidos, entre ladridos y maullidos.

COLO COLO

Antes de tomar el descenso de una de las escalas interminables, el emblema blanco de Colo Colo, junto a sus barristas, nos dan a entender de que la cruzada es amplia, proporcionando agua, sándwich y almuerzo gratis. “No podemos estar ajenos, venimos de Macul, la 30 pasó, lo que queremos es apoyar de esta forma”, expresa Emilio Rojas.

Como para no quedar en menos, emergen una columna de jóvenes vestidos con la enseña verde de Wanderers, quienes se funden en apretones de manos y abrazo, como queriendo decir estamos juntos ahora.

Y es lo que queremos rescatar, es aquello que nos hace diferente a otros países a nivel mundial, el espíritu solidario con los nuestros y con nuestros vecinos, y que refrenda en una visita inspectiva el senador Guido Guirardi, en relación a nuestra presencia, y en especial a la de Arica. “Es la esencia de nuestros habitantes y de nuestro país, y Uds. ariqueños lo demuestran con su presencia”, nos señala complacido el parlamentario y que en lo personal atesoré y hoy comparto con Uds. desde acá en la V Región.