Despachamos en el Congreso Nacional la ley que define la relación entre las personas y las mascotas. Años antes ya habíamos avanzado en la ley de bienestar animal y la que restringía o prohibía la caza. La relación con los animales juega un rol clave en la formación valórica de los seres humanos. La persona que es cruel, o que abandona a un animal, termina haciendo lo mismo con sus semejantes.
Nuestra sociedad está llena de contradicciones: criamos y entretenemos a nuestros niños rodeados de monitos animados y juguetes que representan a cerditos, pollos, patos, vacas, además de los más cercanos, como perros y gatos, pero después los convertimos en su alimento. Es célebre la imagen de Youtube del niño brasileño al cual su madre le sirve pulpo, y quien, con ingenuidad, le consulta a ella si efectivamente el plato contiene pulpo; tras enterarse de la cruda realidad, el menor se niega a comer. Animalito que también aparece en series animadas conocidas en todo el planeta.
Con motivo de la entrega del Premio de Poesía Senador Pablo Neruda 2016, en la que participaron establecimientos educacionales de todo Chile, dos de los tres galardonados en el momento del almuerzo pidieron no comer productos de animales. Algo significativo está sucediendo en nuestra sociedad, que tampoco se condice con el grado de agresividad que actualmente se vive en Medio Oriente, así como el nivel de ultraje a la dignidad de muchas personas en el mundo.
El tema específico de los perros abandonados de nuestro país, que está evaluado como uno de los de mayor importancia ambiental-urbana, se resuelve con educación y tenencia responsable, y no eliminándolos. Por eso, es que esta ley apunta en el sentido correcto. La esterilización como programa masivo, la identificación y registro de los animales, permitirá generar esta tenencia responsable. La población canina en Chile supera los tres millones y medio de ejemplares, y si sumamos a los gatos, la cifra alcanza los cuatro. Doscientos mil de ellos están abandonados y más de medio millón son callejeros sin supervisión. No son los perros los malos, bravos o peligrosos, sino el propio ser humano, que por omisión o acción, gatilla esta situación.
El presupuesto para resolver este importante problema no es menor: durante el primer año de vigencia de la ley aprobada, el Fisco aportará hasta un total de 6.256 millones de pesos –lo que incluye recursos para la inversión inicial– y en régimen 3.234 millones de pesos, teniendo, entre otros programas, al menos un funcionario especializado en cada uno de los 345 municipios del país. Son muchas las organizaciones y personas que han trabajado arduamente en este sensible e importante tema.
En forma paralela se hace necesario avanzar con políticas y hechos concretos para la protección y valoración de los niños, adolescentes, adultos mayores y las personas más vulnerables de nuestra sociedad.
