Cuando muchos dieron por finalizada la llamada Transición a la Democracia con el fin del sistema electoral binominal y la instalación de un parlamento más pluralista y representativo del espectro político de nuestro país, el Tribunal Constitucional tiró fuerte del mantel para recordarnos que todavía estamos lejos de culminar este periodo post dictadura.
Con el fallo a favor del lucro en la Educación, el Tribunal Constitucional vino a enrostrarnos, sin pudor, que la llamada “Democracia protegida” sigue más latente que nunca y, por lo tanto, la voz de la mayoría de los ciudadanos va a tener su materialidad en un cuerpo legal, sí y sólo sí, ese puñado de designados tutores del Olimpo da su iluminada venia.
Así nos encontramos que esta “Transición a la Democracia”, que partió hace casi 30 años, vive y revive al amparo de la Constitución del 80, transformándose en un camino infinito lleno de trampas e ilusiones que nos hace pensar que se ha llegado al destino.
Y acá estamos, con otro gran tropiezo que nos hace volver a ver la realidad y darnos cuenta de nuestra sumisión a esas élites que no nos permiten tener una verdadera democracia.
Udo João Gonçalves Flores
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