Por Sergio Vásquez Ochoa
Contador Auditor – Magíster en Gestión Pública
Pdte. Asociación Consumidores Arica


Aproximadamente a 17 Kms. al oeste de Putre, luego de pasar por la Pampa Lluscuma, célebre lugar donde se apareciera un ovni, que habría sido visto por un grupo de soldados del Regimiento y el cabo Valdés cobrara fama al ser abducido por la nave, se encuentra la Quebrada denominada simplemente La Barranca.

Llegar a ella, implica un esfuerzo casi similar al de Las Peñas, en la quebrada Livilcar, con la diferencia que estamos a una altura de 3.500 msnm. Una bajada pronunciada de a lo menos 200 metros, por un camino tortuoso y peligroso, que en vida mantuviera Don Filiberto Ochoa V., solamente con su pala, picota y grandeza para preparar el camino a sus visitantes.

La Barranca es una hondonada impresionante, que en las noches luce un cielo muy estrellado que llama a su observación. Al final de ella, en su pequeño plano, la naturaleza le había prodigado dos entradas de ríos, incluida una hermosa cascada de 50 metros en su entorno, que en los atardeceres hacía aparecer hermosos arcos iris. Cuadro maravilloso, para los amantes del romanticismo. El ruido interminable de los ríos, colmaban la vida de la naturaleza cordillerana. Pero la naturaleza cambia, como cambia el curso de los ríos y sus caudales.

En la década de los 40, el propietario del sector Don Filiberto, en sus afanes de abrir espacios para la agricultura, dinamitó unas rocas y quemó algunos arbustos por el sector donde afluía un manantial y, cual fue su sorpresa, al encontrar una especie de cueva. Y que al retirar la maleza dio paso a un descubrimiento que le asombró: Producto de la fluidez del agua por la tierra, surgieron estalactitas y estalagmitas, que habían esculpido imágenes. Cristo Rey con su corona de espinos, en un rostro fino e impresionante, de a lo menos 3 cms. de diámetro. Algunos ángeles completaban el cuadro natural.

Filiberto, católico y de gran fe, dio paso al Santuario, construyendo una escala para su mejor visión y otros hermoseamientos complementarios del lugar. Su inquieta imaginación, entonces, le hizo aprovechar la fuerza de las aguas circundantes para hacer funcionar sus telares.

De allí al conocimiento de los putreños y que llegó a otras localidades de la precordillera putreña. El día de su celebración, en noviembre de cada año, llegaban fieles, bandas y grupos de Socoroma, Putre, Chapiquiña. Escuchar el sonido vernacular de zampoñas milenarias en esa quebrada inmensa y el replicar sus sonidos en las cerros, es de verdad sobrecogedor y que fortalece el espíritu.

Cristo Rey, fuente de fe de los putreños, aún lucha por la sobre vivencia luego del fallecimiento de su descubridor. Merece un mejor lugar, en sus accesos, reconocimiento y lugar de retiro espiritual, digno del hombre cordillerano y de todos los hombres de fe que le visitan y respetan.

Terminamos dejando presente que, muy cercano al Santuario de Cristo Rey, se encuentran las milenarias pinturas rupestres de Vilacabrani, tema de otra nota.

Putre es más que su localidad, es Jurasi, los nevados Taapacas, Cristo Rey, Pinturas de Vilacabrani, Las Cuevas, su flora y fauna, su mirador y, sobre todo, su historia humana, su gente. Desde su fundación, ruta de la plata de Potosí, abastecedor del ferrocarril, el plebiscito y sus acontecimientos, que igual marcaron historia, centro de operaciones cordilleranas en tiempos de la Junta de Adelanto y hoy capital de la Provincia de Parinacota – XV Región naciente.