Dormir mal y no lograr un descanso reparador puede tener graves consecuencias para la salud física y mental de las personas.
Por ejemplo, puede provocar un aumento en el riesgo de diabetes, afecciones cardíacas, obesidad y un debilitamiento del sistema inmune, además de afecciones emocionales como depresión.
Diversos estudios han demostrado que la deficiencia del sueño produce cambios a nivel neuronal en algunas partes del cerebro. “Hay un estado de fatiga emocional y física, las personas se sienten menos capaces de resolver problemas cotidianos, manejar las emociones y conductas, además de adaptarse al cambio”, aseguró el psicólogo y jefe de gestión clínica de la ACHS, Armando Enríquez.
Por otra parte, la falta de sueño también se ha vinculado con enfermedades de salud mental como depresión, ideación suicida y otras conductas riesgosas. Por esta razón, se recomienda abordar los problemas para dormir lo antes posible y una de las formas más frecuentes de hacerlo es a través de la higiene del sueño. Ésta consiste en un grupo de hábitos que facilitan la conciliación de un buen dormir y un descanso reparador.
Es por ello que, en el marco del Día Mundial del Sueño que se celebra hoy viernes 17 de marzo, Enríquez recomendó seguir los siguientes hábitos:
1. Cumplir con las horas de sueño recomendadas. Los adultos necesitan de siete a nueve horas de sueño ininterrumpido para un descanso adecuado. Los niños y adolescentes necesitan más.
2. Regular el ritmo circadiano, manteniendo un horario regular para acostarte y despertarte, y respetarlo, incluso, los días de fin de semana y festivos.
3. Asegurarse de que el dormitorio promueva un sueño reparador: oscuro y tranquilo, sin dispositivos electrónicos.
4. Evitar las comidas abundantes y la ingesta de líquidos 2 o 3 horas antes de acostarse para evitar la interrupción del sueño.
5. Evitar beber alcohol por la noche. El consumo de alcohol puede ayudar a conciliar el sueño más rápido, pero a la larga puede arruinar los patrones de sueño.
6. Si se experimentan malas condiciones de sueño, aplicar enfoques no farmacológicos, como ejercicios de respiración, atención plena y meditación.
7. Si las dificultades persisten, se recomienda consultar a un centro de salud.
“Frente a los problemas para un buen dormir, es importante recordar que modificar nuestros hábitos es fundamental para mejorar la calidad del sueño, al seguir estos patrones conductuales debiese presentar mejoría y, de no lograrse, los invitamos a que busquen apoyo profesional”, concluyó Enríquez.