La enfermería, como disciplina y profesión, se encuentra en constante evolución. En tiempos donde la atención en salud es más compleja y demandante, formar enfermeras y enfermeros altamente competentes se vuelve una prioridad. En este proceso, la innovación educativa no solo es deseable, sino indispensable para el desarrollo integral de estos profesionales.
Las necesidades actuales del sistema de salud requieren enfermeros capaces de tomar decisiones informadas, liderar equipos, y actuar con rapidez y humanidad frente a situaciones críticas. Esto implica ir más allá de la transmisión de conocimientos técnicos, promoviendo una formación que integre el pensamiento crítico, la ética del cuidado y la capacidad de adaptación.
En este contexto, metodologías activas como la simulación clínica cobran valor al ofrecer experiencias formativas significativas. No se trata solo de “aprender haciendo”, sino de “aprender reflexionando”, desarrollando habilidades que son esenciales para el ejercicio autónomo y seguro de la profesión.
En el pregrado, estas estrategias fortalecen la confianza y el criterio clínico desde etapas tempranas. En el posgrado, permiten profundizar el rol avanzado de la enfermería, posicionando a las y los profesionales como actores clave en la gestión y resolución de problemas complejos en salud.
Impulsar una enfermería más crítica, resolutiva y humana exige innovación constante. La forma en que educamos hoy definirá la calidad del cuidado de mañana.