La fe, la historia y la identidad estuvieron presentes, el pasado 31 de mayo, en el Valle de Azapa, donde familias afrodescendientes y devotos celebraron con profunda emoción la tradicional Cruz de Mayo Julia Corvacho, una de las festividades más significativas del tronco familiar que lleva su nombre.
Todo comenzó con la Gran Misa, acompañada de bailes religiosos como el Baile Morenos Hijos de Azapa y Tumba Carnaval, quienes ofrecieron sus danzas como homenaje a la cruz.
Tras la ceremonia, la comunidad emprendió la procesión entre las parcelas, hasta alcanzar lo más alto del cerro, donde se alzó la cruz que representa no sólo la fe, sino también la memoria viva de doña Julia Corvacho, matriarca del tronco familiar.
La jornada continuó con un compartir entre familias, donde no faltaron los sabores típicos: vino navegado, licores artesanales y platos tradicionales preparados con esmero por cada grupo familiar.
Uno de los momentos más esperados fue, como cada año, el popular “mondongo” o más conocido como picante de guata, plato infaltable en esta fiesta cargada de simbolismo y cariño.
Y, como manda la costumbre, antes de que comenzara la fiesta con bandas y orquestas en vivo, los asistentes se reunieron en torno a la cruz para entonar un canto colectivo, una forma de pedir, agradecer y reafirmar los lazos comunitarios que se tejen en torno a esta celebración.
La Cruz de Mayo Julia Corvacho no es solamente una ceremonia religiosa, es también un acto de resistencia cultural, un encuentro familiar y un homenaje vivo a las raíces afrodescendientes que marcan la identidad del valle y de Arica.